Category: Aissa De la O

  • Acerca del fallecimiento de un Papa.

    Acerca del fallecimiento de un Papa.

    “Hoy ha muerto “un papa” o quizá fue ayer. ¿Qué más da?”

    La frase original rezaba “Hoy ha muerto mamá” y pertenece al libro “L’Étranger”, de Albert Camus. Probablemente uno de los libros que más influyeron en mi adolescencia.

    Camus establece un vínculo emocional con el lector a raíz de un hecho traumático para la mayoría de los seres humanos, para luego desprenderle de cualquier importancia. O quizá se refería a que el hecho de que hubiera sido un día u otro era totalmente irrelevante. ¿Qué más da? Sea como fuere, da para el comienzo de uno de los libros de filosofía más importantes del siglo pasado.

    Hoy ha muerto Jorge Mario Bergoglio, conocido en el mundo católico como “el Papa Francisco”. O quizá fue ayer. Pero las fechas sí que importan. Y si ayer fue Domingo de Resurrección, hoy es Lunes de Pascua. Dos días muy importantes en el calendario cristiano. Según el Nuevo Testamento de su libro sagrado, fue ese amanecer del tercer día en el que los discípulos de Jesús fueron a su sepulcro y se encontraron con que la piedra que lo tapaba había sido removida y dentro no había rastro alguno del cuerpo. Por esto no es una fecha cualquiera, ni deja de ser irónico que el Papa Francisco muriera en un día como hoy. O como ayer.

    Nos hicieron llegar que estaba muy enfermo, y que hace unas semanas estuvo al borde de dejar el mundo de los vivos. También nos hicieron llegar que ese domingo de Resurrección se reunió con el vicepresidente de los Estados Unidos. El morbo está servido. Sea como fuere, otra vez, no deja de ser también irónico. Ambos católicos, ambos representantes de un estado teocrático, misógino, autoritario, con sus banderas y sus monedas, ambos con mandatarios autócratas disfrazados de democracia. Porque “al César lo que es del César y a Dios lo que es del Dios”. Ambos dos.

    Francisco no dejó indiferente a nadie: seguidores, detractores, creyentes, apostatas o ateos. Fue un revulsivo que trató de revitalizar la religión católica, que se encuentra en horas muy bajas, anclada en algún otro tiempo pasado y perdiendo cierta relevancia ante el auge de otras sectas cristianas. Trató de pronunciarse sobre la homosexualidad, las guerras, la pobreza y propuso el diálogo con las demás religiones. Fueron buenos gestos. Pero nada más que gestos.

    El mundo que deja en este amanecer del tercer día — porque para Dios un día son mil años y mil años un día — es un mundo muy polarizado, convulso y sin rumbo, donde los roles de poder manipulan al vulgo con nuevas y viejas técnicas de propaganda y control emocional cada vez más refinadas y sublimes.

    A lo largo de mi vida, he estudiado las distintas religiones, sus libros sagrados, su historia y sus repercusiones, y en especial, la cristiana católica, tanto por el país donde nací como por el significado cristiano del nombre que tuvieron a bien ponerme mis progenitores.

    Con el tiempo, llegué a la conclusión, errónea o no, que todo apunta a que lo referente a la vida de Jesús y todo lo que se deriva de ello perfectamente puede tratarse de un constructo romano con el fin de perpetuarse en el tiempo.

    Me equivoqué o no, el Vaticano es un Estado reconocido por los demás estados del mundo, en el que el Papa es su principal figura de gobierno, y la Piedra desde la que se construye la Iglesia Católica. Y si la Iglesia Católica también es la empresa más antigua del mundo, el Papa de turno es su director ejecutivo. Porque, como decía antes, “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Esto deja el marcador a 2 a 1 para el César, que a Bergoglio, argentino, bien le hubiera gustado el símil futbolístico.

    Hoy se ha muerto el papa. Que la tierra le sea leve. Y hoy nace este espacio. Ojalá que por muchos años. Aquí no hay lujos, oropeles ni boatos Aquí no hay medias tintas, porque cuando no se llaman a las cosas por su nombre, siempre hay quien quiere apoderarse de las palabras y usarlas como arma contra el Prójimo.

    Hoy nace este espacio, humilde, sin pretensiones de dictar la moral y la ética a los seres humanos, faltaría más. Tan solo un lugar donde plasmar alguna idea que me ronda por la cabeza y soltarla al mundo. Como quien tira una piedra al aire. Y a quien le dé, que me perdone.